miércoles, 30 de octubre de 2013

Calaverondias




En estos tiempos de harta globalización donde la raza se viste de cualquier estupidez pa' festejar el jálogüin, yo prefiero recomendarte al apego de nuestras tradiciones y fiestas como El día de muertos, por eso te dejo unas calaveritas.



Al TRI

Una bola de maletas
esperaba en el panteón
su rápida exhumación
de futbol de analfabetas.
A estos amigos "atletas"
que en el mundo hicieron mal
hoy se les pudre el tamal,
y en un comercial de moda
la muerte llegó por toda
la Selección Nacional.




Al Peje

Cantando voto por voto
y casilla por casilla
 a esta necia culebrilla
la flaca le sacó foto.
La huesuda fue el piloto
que se llevó a Andrés Manuel
a su nueva casa y hotel:
"Cementerio El Presidente",
y quejose nuevamente:
"¡desconozco este burdel!".




A EPN

Andaba sin gel el vato
que se "creiba" muy leído
y también harto "escrebido"
mas la neta era novato.
La muerte con este ingrato
había sido muy paciente
y "epidemiólogamente"
lo escuchó dar un discurso
y en inglés habló al recurso
de llevarse al Presidente.




A Elba Esther

Se escuchaba en la prisión
el quejido de una vieja
tomándose de la reja
llorando en su habitación.
Sus zapatos Louis Vuitton
empapados ya de llanto
se arrebataron de espanto
cuando salió la calaca
y a la maestra bellaca
se llevo pa'l camposanto.




Al amigo de todos los niños

En el reino del revés
se asomaba una guadaña,
era la muerte ermitaña
que tocaba un par de pies.
Xavier López dio un doblez,
y quitó a la sombra el velo,
catafixiando el abuelo
la muerte y su funeral.
"Amigo, soy inmortal,
me conocen por Chabelo".

Texto: Jesús Cáñez
Imagen: Google
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miércoles, 23 de octubre de 2013

A la crisis



Son de oro pescaditos
y arremeto a los casinos
si me pierdo entre molinos
o vomito conejitos.
Ya no acepto consejitos
si acusáis a la mujer,
tamba, tamba, no es placer
y me quedo en una torre,
si Remedios no me corre
obedezco a mi deber.

El soldado del fusil
me ganó con la duquesa,
es de Sancho la Teresa
y don Juan tiene diez mil.
Movimiento de mi alfil
y ni flecha de la aljaba,
el carruaje se arropaba
poderoso caballero,
California sin dinero
así siento terminaba.

¿Qué decir don Aureliano?
Cenicienta, pobre ingrata,
Blanca Nieves, insensata,
diccionario castellano,
caballero mexicano
blanca, sana algarabía:
el son de la negra mía
y volver cantamos juntos,
fiesta, fiesta a los difuntos
con cerveza helada y fría.


Texto: Jesús Cáñez
Imagen: Google
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miércoles, 16 de octubre de 2013

¡Aquí está el TRI!



Empiezo este texto después de haberme jambado un trío de gorditas de chicharrón cien por ciento laguneras. Mera presunción.

Después de recibirme un Torreón harto cálido y con bastante humedad dejada por las lluvias era hora de mitigar el calor con unas cheves bien heladas, frías, muertas, como patas de pingüino, pues. Así que le llamé a dos que tres amigos para iniciar la conbebencia anticalor. La cita fue en mi casa a las 8:00 pm. Un par de silloncitos, un cenisuelo y una televisión como testigos. Después de ponernos al día y un par de Minervas había que encender el aparato, se llegaba la hora de ver a 22 personas en duelo sobre una cancha del deporte más popular del universo -hasta en Saturno han de jugar-.
La Selección Mexicana se daba el lujo de llegar a últimas instancias para poder tener acceso a un repechaje con aspiraciones de asistir a la Copa del Mundo de la FIFA. La justa era contra Costa Rica, país que tiene en su selección y su afición una de los odios deportivos más recalcitrantes a nuestro combinado pambolero. *En palabras de Gustavo Jiménez, director del periódico Al Día, de Costa Rica: "Hay una antipatía hacia el fútbol mexicano, no hacía el país, que yo creo es general en toda América Latina, pero que me parece es particularmente acentuada en Centroamérica". El editor de deportes del periódico hondureño La Prensa, José Luis Barralaga agrega: "En Centroamérica se ve a México como el gigante que siempre nos ha lastimado y por eso no se le quiere, entonces, al momento de verlo en una situación crítica, la región se une, pero a Sudamérica también le gusta eso".
*Tomo este fragmento de la nota "¿Es México la "selección más antipática de América"?" de animalpolitico.com por Arturo Wallace de BBC Mundo. 

Y después de ver el partido de anoche y toda la eliminatoria mundialista, creo que el término antipático es más que justo para una Selección Nacional en la que juega Oribe Peralta y diez personas más. Una antipatía que duele para el aficionado común más para el que paga un boleto en un estadio; antipatía de ver a personas que juegan en Europa en importantes equipos de Inglaterra, España, Portugal y algún otro destacado en Francia u Holanda no hacen absolutamente nada representando al fútbol de su país; antipatía de no saber qué hacer parados en el pasto. Cómo puede ser posible -sin menospreciar a Estados Unidos, Costa Rica y Honduras- que teniendo jugadores de cartas millonarias, inclusive algunas más caras que una selección rival completa no se les pueda anotar un gol o ganarles en el estadio Azteca y si se gana, fue más milagro que bien merecido.
Los siempre parciales medios antes payasos infladores de jugadores, constantes vendedores de humo, ahora que ven la posible pérdida de millones y millones de dólares sí exigen que los jugadores pongan huevos y suden la camiseta; mismos medios que nos vendieron a la Selección después de ganar Panamericanos, Copa Oro y Olímpicos como la siguiente campeona del mundo, lo peor fue que todos lo creímos y nos bajaron a la realidad; mismos medios que ahora como energúmenos se querían tragar vivo a Javier Hernández después de la sarta de pendejadas que hizo, al menos en los dos últimos partidos, errores garrafales, falla de penales, errarla frente al arco sin portero; ahora que ven que se les va el negocio empiezan a levantar la voz del poder para usar los últimos movimientos de sus peones contra una reina, la Selección Nacional está en jaque. Y hoy no sé si decir ojalá que México pase al mundial porque la esperanza muere al último o decir ojalá que México no pase al mundial para mejor no hacer otro ridículo, eutanasia deportiva.

Pedir que ruede la cabeza de Justino Compeán es justo y necesario, en verdad es justo y necesario que es nuestro deber pedir su cabeza y que caiga también esta farsa que duopolizan Televisa y Televisión Azteca; que ese dinero que se le da a la Federación Mexicana de Fútbol se la dieran al béisbol, natación, clavados, atletismo, gimnasia, tiro con arco, tae kwon do, etc. Tal vez ahí sí veríamos diferencias en el medallero olímpico y en los mundiales. 

Y te digo, amigo, que eres muy correcto en cuestiones sociales de nuestro país, que si me vas a decir que mientras yo hablo de fútbol a México le carga la chingada con los impuestos y que los maestros, etc... Por favor, por favor, por favor, no confundas la gimnasia con la magnesia. Porque sólo soy un simple terrenal que da mi punto de vista, y por mí, mejor que el TRI no pase al mundial para evitar una vergüenza mayor de quien alguna vez creímos fue un gigante. Pero para personas como yo debo despedirme con este poema de Quique Wolff o Walter Saavedra, la verdad ni sé.


¿Cómo vas a saber lo que es el amor?
Si nunca te hiciste hincha de un club.
¿Cómo vas a saber lo que es el dolor?
Si jamás un zaguero te rompió la tibia y el peroné
y estuviste en una barrera y la pelota te pegó justo ahí…

¿Cómo vas a saber lo que es el placer?
Si nunca diste una vuelta olímpica de visitante.
¿Cómo vas a saber lo que es el cariño?
Si nunca la acariciaste de chanfle
entrándole con el revés del pie
para dejarla jadeando bajo la red

¡Escuchame!
¿Cómo vas a saber lo que es la solidaridad?
Si jamás saliste a dar la cara
por un compañero golpeado desde atrás.

¿Cómo vas a saber lo que es la poesía?
Si jamás tiraste una gambeta.
¿Cómo vas a saber lo que es la humillación?
Si jamás te metieron un caño.

¿Cómo vas a saber lo que es la amistad?
Si nunca devolviste una pared.
¿Cómo vas a saber lo que es el pánico?
Si nunca te sorprendieron mal parado en un contragolpe.

¿Cómo vas a saber lo que es morir un poco?
Si jamás fuiste a buscar la pelota dentro del arco.

¡Decime, viejo!
¿Cómo vas a saber lo que es la soledad?
Si jamás te paraste bajo los tres palos,
a doce pasos de uno que te quería fusilar
y terminar con tus esperanzas.

¿Cómo vas a saber lo que es el barro?
Si nunca te tiraste a los pies de nadie
Para mandar una pelota sobre un lateral.

¿Cómo vas a saber lo que es el egoísmo?
Si nunca hiciste una de más
cuando tenias que dársela,
al nueve que estaba solo.

¿Cómo vas a saber lo que es el arte?
Si nunca, pero nunca inventaste una rabona.
¿Cómo vas a saber lo que es la música?
Si jamás cantaste desde la popular.

¿Cómo vas a saber lo que es la injusticia?
Si nunca te saco tarjeta roja, un referí localista.
Decime, ¿Cómo vas a saber lo que es el insomnio?
Si jamás te fuiste al descenso.

¿Cómo, cómo vas a saber lo que es el odio?
Si nunca hiciste un gol en contra.
¿Cómo, pero cómo vas a saber lo que es llorar?
Si llorar, si jamás perdiste una final de un mundial
sobre la hora con un penal dudoso.

¿Cómo vas a saber, querido amigo?
¿Cómo vas a saber lo que es la vida?

Si nunca, jamás jugaste al fútbol.

Texto: Jesús Cáñez

Imagen: Google.
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miércoles, 9 de octubre de 2013

Hola, me llamo...



Los nombres de pila que lleva cada individuo, generalmente, tienen una razón de ser por más estúpida que esta parezca. Los que pertenecemos a la grey judeo-cristiana, solemos llevar algún nombre bíblico; los de papás que estaban en el gabacho cuando tuvieron a sus engendros queriendo encajar con la socialité gringa les ponen nombres muy pochos; los mayas, nahuas y comunidades indígenas también tienen sus nombres propios. Por ejemplo, aquellos indios pieles rojas: -¿Papá por qué hermana llamarse Águila blanca?

-Porque ser lo primero que ver cuando tu madre dar a luz.

-Ah ¿Y por qué hermano llamarse Búfalo pequeño?
-Porque ser lo primero que ver cuando tu madre dar a luz. ¿Por qué preguntar tanto, Perro cagando?

La Antroponimia es una rama de la Onomástica (Estudio de nombres propios) que estudia el origen y significado de nombres y apellidos de las personas. Según la Wikipedia, los nombres eran para darle designación a un ser humano y el apellido para indicar de qué familia era, que en ocasiones era conveniente si las familias tenían poder o algún linaje de nobleza. Supongo que no a todos les convenía. Dejando así los nombres como un simple designador y sólo etimológicamente podemos saber el significado histórico del nombre que lleva cada persona. 
Lo mismo pasa con los apellidos. Algunos son para indicar de dónde vienen tus antepasados, nombres de ciudades, o algunos dejando en claro que eres hijo de alguien. Los romanos no tenían muchos nombres así que les ponían números, Claudius sextus, por ejemplo; en el arameo antiguo el prefijo “bar” significa hijo. Por lo que Jesucristo es Jeshua bar Yosef, Jesús, hijo de José. En el español existen patronímicos con terminación ez, que indicaban de quién eran hijos, Martínez, Hernández, González, es decir, hijo de Martín, Hernán y Gonzalo; los anglosajones tienen el son, Johnson, hijo de John, y así en todos lados se cuecen habas.

Pero después, sobretodo en los sitios más católicos, vino la costumbre de tomar el calendario y poner el nombre del Santo del día, el famoso santoral. Si así fuese, yo me hubiera llamado en vez de Jesús Abraham, Cipriano, Gorgonio –que me quedaría al chingazo por panzón-, Leocadio, Pedro Fourier, Wulfildo –Dafuc?-, o Juan Diego si hubiera nacido después de que Juan Pablo II lo canonizó. Gracias, mamá y papá. 
Aquí después, vinieron casos, específicamente en México que existieron personas llamadas Anivdelarev (Aniversario de la Revolución) que nacieron un 20 de noviembre. Peor aun los que tienen calendario gringo y le pusieron a su hijo Usnavy sin saber que era el día de la Armada Naval de la tierra del Tío Sam.
Así que después de un rato de sinceras carcajadas, les dejo unos nombres que me robé de distintas páginas de internet para que si tienen a su vieja embarazada o conocen a alguien que va a poner nombre les hagan estas pequeñas recomendaciones:

Según el periódico el Universal en el DF se vieron estos nombres: 
Jesús bajado de la cruz.
Horny
Azul Cielo
Robocop
María de la Circunsición
Anvardi (Su padre se llama Andrés Vargas Díaz)
Sarlifan
Tineke 
Pachiñe
Felicísimo
Vergonio –jajajaja, me sigo cagando de risa-
Puterio –Seguro conoces a dos tres compas que les quedaría de apodo-
Dolumamijuvisa –Domingo, lunes, martes…-
Isolet –Muchacha que nació en incubadora y el artefacto tenía esa palabra, traducción del inglés a aislada-
Evenflo
Maybelline
Pashmina
Blanca Navidad
Brisa del Mar
Wisinyandel
Doncorleone

De Yahoo answers:

Williams
Leididí
Máicol
Auxilio
Salud
Telésfora
Jovito
Edelmiro
Celerino
Gumersindo
Apolinar
Pulchería
Javiera
Sergia
Jorja
Terminator
Wolustano
Rutilio
Aniceto
Crispín
Salustiano
Gervasio

De otras páginas:

Pitasio
Primitivo
Cástulo
Ausencio
Angustias
Rodimiro
Nepomuceno
Presentación
Agapito
Superman
Cenicienta
Comodín
Torcuato
Sidronio
Espaminondio
Hitler
Agamenón
Epifanio
Lennon
Chaplin
Einstein
Hussein
Satanacio
Exsuperancio
Masiosare

Ya no puedo con la risa, sé que hay muchos más, pero ya me duele la panzota de tanto reír. Al menos en el DF, parece ser que ya hay una reforma para aquellos padres que quieran registrar sus hijos con un nombre “infamante". Eso hubiera sido bueno para el mexicano con el nombre más largo del país, el saltillense Brhadaranyakipanishadvivekachuda Erreh Muñoz Castillo. Una cosa de locos.

Te dejo pues, no olvides compartir en Facebook y dejar aquí abajito si conoces otros nombres curiosos.

-Hey, papá, ¿Por qué dejas que mi mamá te trate así?
-Es que cuando estaba embarazada, prometí que si me dejaba escoger tu nombre iba a tolerarle los caprichos toda la vida.
-¿Y valió la pena?
-¡A huevo, Gokú!

Texto: Jesús Cáñez.
Imágen: Google.
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miércoles, 2 de octubre de 2013

Mazapanes



La vida nunca ha sido fácil en Bahía de Banderas, menos en San Juan de Abajo. Se necesita siempre de la lluvia, decía el mayor de los Clemente. Aunque no como la que dejó el año pasado el huracán, exponía.


Para sobrevivir, el padre de Maclovio tenía que ir diariamente al Río Ameca a pescar camarones, los cuales vendía los domingos en el mercado del mar en Puerto Vallarta. Pretexto mínimo que buscaba Maclovio a sus tiernos nueve años para sentarse en el pequeño teatro de los arcos del malecón a ver los payasos. Después de todo, en 2003 alcanzaba con una moneda de diez pesos para una refrescante agua de tuba y unos duros de harina con salsa. Bendita infancia transcurrida en las calles sin pavimentar, rodeadas por esas casas de adobe pintado de blanco y adornadas de tejas. Bendita infancia en el sencillo camino de palmas cocoteras hacia la escuela. Bendita infancia que no le permitía concebir que la vida nunca ha sido fácil en Bahía de Banderas, menos en San Juan de Abajo, Nayarit.



La luz rayaba la clase de historia, la primera de aquel lunes veintisiete de septiembre cuando la vida de Maclovio Clemente cambiaría drásticamente al abrirse la puerta del salón. Por el fallecimiento del ilustre don Ernesto, su ahijada, de padres mexicanos de los Altos de Jalisco y nacida en Estados Unidos, llegó a parar a la Héroes de Nacozari. Era la viva imagen de un querubín: dorados caireles hasta los hombros, pómulos pálidos como papel, rosados labios de infancia pura y ojos azules como amanecer marítimo en solsticio invernal. Un ángel de nombre Leonor.
Después de su breve presentación, fue situada en el mesabanco de la izquierda en contraesquina de él. Lugar perfecto para admirar la nívea piel del ángel recién llegado de Tenesí bajo la mirada celosa de Armida, la mejor amiga de Maclovio. Esa mirada que tienen los niños cuando quieren el juguete de otro. O la que aparece elocuentemente cuando alguien roba su atención.
El día académico concluyó. Al llegar a casa, el niño se encerró en su cuarto. Tres llamadas a comer por parte de su madre no bastaron. Y cómo, si lo único que pensaba, comía, bebía y respiraba llevaba por nombre Leonor. Era muy grande ese hueco en el estómago y ese vuelco en el pecho para entender que era amor. Fue tanto su embeleso que ni siquiera esa noche salió a jugar a las traes con Armida, quien nuevamente sentía en su interior ese recelo de niño abandonado, esa tristeza que sólo una mirada de infante puede describir.

Fue hasta la segunda semana de octubre cuando accidentalmente le dirigió la palabra. O mejor dicho, ella a él. En la hora del receso Maclovio advirtió que había olvidado los cinco pesos para su desayuno. El columpio de la escuela bajo el inclemente sol nayarita dejó de balancearse cuando ella venía a su encuentro. La hija del heredero de don Ernesto invitó al niño una gordita y un jugo de manzana. Pudo más el hambre que la vergüenza y aceptó gustoso el banquete de la hora del recreo. Un caballero no debe de desairar a una dama, alguna vez había escuchado. El inicio perfecto que por circunstancias del destino o del amor, él no se atrevió a afrontar.
La mañana siguiente, Maclovio llegó temprano a la primaria para dejar su dulce favorito, un mazapán, en el mesabanco de Leonor. Y los días sucesivos. 
Siempre bajo la expresiva mirada de la ya solitaria Armida, los desayunos transcurrieron a la hora del recreo .Los mazapanes y las pláticas de media hora con Leonor, donde supo que vivía en la casa de don Amador, abuelo de la pequeña, a tres cuadras de la suya, afianzaban el amor y la amistad de la pureza de la infancia.

Un mediodía de domingo, Armida apareció en su casa para invitarlo por el cumpleaños de su hermana a las playas de Bucerías. Maclovio se negó. Apenado pidió disculpas, pero iba a ir al malecón de Puerto Vallarta con la familia de Leonor a ver los payasos. Incluso ya había comprado un mazapán. Armida, más sentida que molesta, desencajando nuevamente el brillo de sus ojos como quien ve perdida su pertenencia más valiosa, se fue sin decir más a celebrar el cumpleaños de su hermana. No era necesario decir más, sus ojos expresaron lo que las palabras nunca podrían hacer.
La tarde transcurrió en Vallarta conel oleaje pegando y rompiendo en el malecón, el ocaso vistiendo de colores el cielo al horizonte del Pacífico, las risas causadas por los mimos y payasos, los duros de harina con salsa, las aguas de tuba y las envolturas con migajas de mazapán.

El mazapán ya estaba en el mesabanco de Leonor cuando la clase de historia del lunes empezó con la ausencia de Armida. Mañana no habrá clases, sentenció temblando la maestra con la voz entrecortada, su compañera Armida González, dijo, rompiendo en llanto, falleció ahogada ayer en las playas de Bucerías, iremos en el camión de la escuela al funeral, remató tratando de contener el aliento. Maclovio sintió que el alma se le iba del cuerpo, con dos sollozos no pudo contener más la laguna de lágrimas que empapó su rostro. Otro vuelco en el pecho. Otro hueco en el estómago. Un vacío por no pasar sus últimas horas junto a ella. Y en el cumpleaños de su hermana. Sintió cómo en pedazos se iba desgarrando su corazón al recordar la última vez que vio sus ojos oscuros y expresivos. Un sentimiento de culpa impresionante que el tiempo habrá de encapsular…  Algunas veces bastan nueve años para entender que la muerte no sabe de miradas, ni respeta edades.

El mazapán esta vez no sería para Leonor, sino para un ataúd. Leonor entendería. El pequeño Maclovio sollozaba frente a los restos de su mejor amiga, tal vez la única. La vida le daba a entender en un revoltijo de emociones que nunca ha sido fácil, menos en Bahía de Banderas, muchos menos ya en San Juan de abajo. Sin embargo, arrodillado ante un féretero al que no quiso mirar, había un sentimiento de confianza, algo que le daba una tranquilidad inexplicable: la tierna mano de Leonor apoyada sobre su hombro.


Siguió el ciclo escolar y los mazapanes sobre el mesabanco de Leonor; las pláticas de media hora en el recreo acerca de Armida y cómo se hicieron amigos; los desayunos compartidos; los domingos en el malecón entre payasos, ocasos, aguas de tuba, duros con salsa y mazapanes. Siguió así hasta diciembre.

Llegó el último día de clases ante las vacaciones decembrinas y Leonor tenía que ir con sus padres a Arandas a pasar las fiestas. Antes de despedirse, Maclovio prometió a Leonor trabajar junto a su padre llevando camarones o lo que pescara al mercado del mar para comprarle más mazapanes y entregárselos al reanudarse el ciclo en enero. Y así fue. Durante casi un mes, Maclovio no dejó ni un solo instante de pensar en ella. Era el motivo de su despertar temprano y el mismo de su insomnio; sus ganas de ir al río a buscar algo qué vender los domingos antes de ir a los arcos del malecón; era su alfa y omega; era su todo.


Pasó la Navidad y el año nuevo, pasó también el día de reyes y regresó el ciclo escolar. La mañana de lunes de reinicio de clases al fin llegó. Despertarse muy temprano, peinarse muy bien, unas gotas de loción robadas a su padre y unos nervios tremendos. Revisar cinco o seis veces la mochila, asegurando que estuviera en ella la caja con treinta mazapanes para Leonor. Otra vez el hueco en el estómago. Otra vez el vuelco en pecho…
El timbre de la escuela anunció las ocho y la formación para honores a la bandera. Y Leonor no llegó. El Himno Nacional y el juramento… y Leonor no llegó. Ese hueco en el estómago y ese vuelco en el pecho… Las clases comenzaron y el mesabanco de Leonor no tuvo su presencia.
Su ángel no asistió a clases en toda la semana. El viernes al finalizar el horario escolar, decidió ir a casa de don Amador, abuelo de la niña, para preguntar acerca del querube. El anciano, al ver su preocupación no halló mas que decirle la verdad por más dura que fuese. Leonor después de las fiestas navideñas en Arandas, regresó a Tenesí. Sus padres sólo estuvieron en San Juan de Abajo mientras duró el papeleo de la herencia que les había dejado su compadre, don Ernesto, hijo de un famoso sobreviviente a la guerra cristera, que después de robar tanto oro fue a refugiarse a aquel pueblo de Nayarit. Maclovio no lo pudo creer gritando que habían prometido regresar el domingo al malecón de Puerto Vallarta, incluso le mostró la caja de mazapanes. Don amador como pudo trató de consolarlo. Pero no había consuelo que bastara para alguien que en menos de tres meses había sido golpeado macabramente por la vida perdiendo a su única amiga y a su único amor.

Hoy ha pasado el tiempo y todos los domingos en los arcos del malecón de Puerto Vallarta, se ve a un joven solitario con la piel dorada típica del pescador, con la mirada esperanzada del reencuentro inminente, sentado en los escalones del pequeño teatro, observando a la multitud y no a los payasos y mimos. Lleva en sus manos un vaso de agua de tuba y una caja de mazapanes con un moño. Y siempre al horario del ocaso, cuando el sol se pone y forma mil colores y dibujos entre el azul de la superficie del Pacífico y el dorado de las nubes en el horizonte, saca un mazapán de esa caja y lo arroja al mar.


Texto: Jesús Cáñez.
Imagen:Google.
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