Canción para acompañar el texto: Flores sobre las piedras -Austin TV
Cuando ella despierta, su mundo también lo hace. El de él. No importa la hora, tan sólo importa el verde de sus ojos: su verde de hojas y flores, de manzana, de menta, de bosque y de musgo; su verde de luz infinita que dilata pupilas y dispara en la córnea para entrar por las venas; su verde que da vida a la de él cuando ella despierta. No importa la hora.
Cuando ella despierta, su mundo también lo hace. El de él. No importa la hora, tan sólo importa el verde de sus ojos: su verde de hojas y flores, de manzana, de menta, de bosque y de musgo; su verde de luz infinita que dilata pupilas y dispara en la córnea para entrar por las venas; su verde que da vida a la de él cuando ella despierta. No importa la hora.
Y lo juzgaron de loco.
Cuando ella despierta, su vida también lo hace. La de él. No importa la hora, tan sólo importa el aroma de su cuerpo: su aroma de brisa de mar por la mañana que enciende los sentidos y renueva la piel; su aroma de ambrosía eterna que transporta al onírico edén entre flores de inmensos jardines de cerezos; su aroma de tierra mojada que inunda el alma de él cuando ella despierta. No importa la hora.
Y lo llamaron demente.
Cuando ella despierta, su alma también lo hace. La de él. No importa la hora, tan sólo importa el tacto de su piel: su tacto de nívea seda reparadora de cirros, estratos, nimbos y cúmulos; su tacto de cosmos que desvanece cualquier preocupación por más grande que esta pueda ser; su tacto de miel que agazapa los miedos y hechiza el tiempo para detenerlo en el preciso instante que despierta el mundo, la vida y el alma de él. No importa la hora.
Y le gritaron lunático.
Y no le importó, como nunca le ha importado la hora. Por más que le llamen loco, demente o lunático, él no está confundido. No le importa el tiempo o lo que digan los demás. Le importa todo lo que es de ella: la boca de ella, el respirar de ella, los cielos, tierras y mares de ella, la noche de ella y los días de ella.
Le han vuelto a ver por las calles. En algunos bares y en las plazas. Y le han vuelto a decir que es un esquizofrénico perturbado, que el amor le hizo daño. Y pareció preocuparse.
Pareció que dentró de él, se dejaban de desvanecer las preocupaciones, los miedos ya no se agazapaban y el tiempo no estaba hechizado. Y lo juzgaron de loco, le llamaron demente,le gritaron lunático y le dijeron esquizofrénico perturbado.
Y volvió a casa. Y cuando estuvo a punto de mirar el reloj, ella le dijo: buenos días, amor.
Texto: Jesús Cáñez.
Imagen: Los relojes blandos - Salvador Dalí. Google.
Canción: Flores sobre las piedras -Austin TV. Youtube.
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