Primero que nada ¡Feliz y bendito año 2014! Te deseo que suceda lo mejor que pueda pasarte. Dicho esto pasemos a nuestro mole.
En estas vacaciones decembrinas ir al centro es ir a poner a prueba tu tolerancia y tu paciencia, dado que otros seres humanos son pendejos hasta pa' caminar -todos menos tú y yo, ja-. Pero forzosamente tenía que ir, así que decidí abordar una unidad de transporte público conducida por un chafirete, un taxi, pues.
Después de la clásica plática por excelencia (-¿Al centro?, ¡Uy, joven, está hasta la madre, eh!, Pero qué hace uno, pos hay que chingarle pa' los regalos... ¿Está haciendo friíto, edá?) y esas preguntas de siempre, su dispositivo de audio, un teléfono celular marca Nokia, vomitó una canción de Isidro Chávez Espinoza, mejor conocido como Espinoza Paz (sí, lo vi en Wikipedia) y como no queriendo se aventó otras dos, tres bascas del mismo intérprete. Si eso no bastara, el emocionado conductor comenzó a relatarme el porqué de su gusto por el músico nacido en Angostura, Sinaloa (sí ya sé que sabes que lo vi en Wikipedia), quesque por su humildá, quesque escribe re bonito, porque es la voz del pueblo... Bueno, casi lo quería canonizar el apasionado cafre. Mientras me seguía contando las andanzas quijotescas de este hidalgo sinaloense, mi mente empezó a caminar entre las nubes de la divagación y fue ahí cuando se me ocurrió escribir de esto.
Hay ciertas cosas que me hacen sentir harto pendejo, una de ellas me pasó en ese trayecto y otra la hice yo a la inversa: que me platiquen de cosas que no me interesan y por consecuente fingir que pongo atención.
Entre las situaciones que me hacen sentir pendejo se encuentran las del celular, por ejemplo que me dejen en visto en Whatsapp o como leído en Facebook. (Ejemplo: -Hola. -Leído el 3 de febrero del año 2); o que me respondan después de veintisiete siglos; estar platicando algo con otras dos personas y mientras digo algo, hablan al mismo tiempo entre ellos y mi oración se queda en el aire; estar con personas que hablan de cosas de las que no tengo idea:
-A mí me gusta mucho el anime, wey.
-Ah, órale.
-Naruto, One piece, Death Note, Full Metal.
-A mí me gusta Dragon Ball y los Caballeros.
-Es que, pinche Chuy, tú no sabes.
-Konichiwa...
También prender un cigarro al revés, o contar un chiste y que nadie le entienda. Igual me pasa cuando me encuentro a alguien a quien tenía mucho tiempo sin ver: -¿Qué onda, Chuyito, cómo estás? Estás bien gordo,wey, ¿sigues viendo a fulano? salúdamelo... y yo sin tener idea de quién carajos es. Pero de entre todas la que más me hace sentir bien pendejote es ver de lejos a algún amigo, conocido o familiar en alguna parte, saludarlo moviendo la mano o gritando su nombre y no me vea o no me escuche. Me da como vergüencilla. Es decir, la vergüenza según nuestro tumbaburros oficial, la RAE es: turbación del ánimo, que enciende el color del rostro, ocasionada por alguna falta cometida, o por alguna acción deshonrosa y humillante, propia o ajena. Pero, la vergüencilla, según uno de mis camaradas y yo -saludos, Chuy- es aquella que más te rebaja, la que te hace sentir pequeño, indefenso e insignificante, lo más ruin, pues. Luego se me pasa, pero en ese momento me hace sentir bien pendejo, supongo que igual les pasa a los que les gusta Espinoza Paz y luego leen un libro. No sé.
-Joven, son cuarenta y dos pesos.
-...
-Joven, joven, cuarenta y dos pesos.
-Ah, sí, perdón.
Saco un billete de cincuenta y se lo doy.
-Uy, joven, apenas ando empezando y me siento bien pendejo de decirle esto, pero no traigo cambio...
Texto: Jesús Cáñez.
Imagen: Google.
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Jaja buenisimo me identifiqye con algunos puntos como el de poner visto cuandi mandan textos larguisimos jaja buenisimo primo cada vez mejor ;) saludos desde torreon
ResponderEliminarNadia Magallanes ;)