miércoles, 28 de octubre de 2020

¿Traes Tupper?




Canción para acompañar el texto: Cinco de te - Tropicalísimo Apache
Tiempo aproximado de lectura: 3 mins

Entender las tradiciones o cultura local de un lugar del cual no eres originario es complicado. Debe de ser harto complejo para todas las personas que no tienen el don de Dios de ser Laguneros o residentes de estas bellas áridas tierras poder comprender la idiosincrasia del individuo promedio de la Comarca. Sufrir y gozar viendo al Club Santos con devota pasión; decir que la leche LaLa es la mejor de México; saber que no es el sino la Soriana; desayunar gorditas de harina de chicharrón prensado mientras te zumbas una Coca-Cola bien helodia; encender el carbón para hacer carne asada a la menor provocación; decir asquel, reborujado, ande no, y demás regionalismos, mismos que orgullosamente pronuncias mientras le das play a este tremendo cumbión de Tropicalísimo Apache y enrollas una tortilla para entrarle a la reliquia bien calientita. Ande no, ya se te antojó, ¿edá?

Hoy es veintiocho de octubre, la Iglesia Católica marca en su santoral la fiesta de San Simón y San Judas Tadeo, siendo este último un gran referente de la devoción popular judeocristiana alrededor del mundo, particularmente en América Latina y concretamente en México. Conocido como el patrono de las causas difíciles y desesperadas, este apóstol cristiano es un destacado intercesor dentro de las esferas de creyentes católicos, basta preguntarle a cualquiera de sus fieles el porqué de su fervor. En todo el país la fiesta de San Juditas (como se le conoce cariñosamente) da el banderazo de salida de las fiestas religiosas al menos hasta lo que resta del año, y, por supuesto, La Comarca no es la excepción. Desde este día hasta el treinta y uno de diciembre pasando por las fiestas de Santa Cecilia, la Inmaculada Concepción y el devocionario de 46 días a la patrona de México, la Virgen de Guadalupe, posadas y Navidad, la Laguna saca sus mejores ropas en cuanto a religiosidad popular se refiere: colores que brillan en carmín, nagüillas con carrizo y cascabel, huaraches con suela de llanta y penachos que bailan al son de guaje y tambora.


Es justamente cuando escuchas sonar la tambora que sabes que hay algo que se está preparando para deleitar al paladar más exigente y refinado –el tuyo, ajá-; sabes que es el sonido que indica que en un domicilio particular hay gente que devotamente está ofreciendo su agradecimiento por un favor recibido a la intercesión particular de un Santo o advocación Mariana o a un milagro Cristiano, y lo mejor es que se trata de un regalo para todo aquel que lo solicite. Corres a tu alacena por un tóper –o dos-, uno chiquito marca Rotoplás y como en el flautista de Hamelin dejas que el sonido te guíe. Llegas a la casa, la ubicas desde lejos, tus sentidos se agudizan: tu vista identifica la calle bloqueada por las trocas y el colorido toldo donde vez sentadas a las personas que esperan con el rosario en las manos ansiosas de soltar los Padres Nuestros y Aves Marías para dar inicio a la ofrenda; tu olfato se enerva con la fragancia de la leña que da el último hervor a ese adobo; tu boca empieza a salivar imaginando el banquete que le espera a tus papilas gustativas; y tus manos sujetan con firmeza la vaporera que llevaste para pedir “poquito, doña, ahí nomás que no se tire.” Sólo de pensarlo ya estás imaginado el recalentado que te vas a aventar mañana con un pan francés y un chilito jalapeño. ‘Ira cómo te tengo.

A pesar de no ser originariamente lagunera, la reliquia es hoy una de las cartas fuertes de la gastronomía de nuestra región. Adoptada como hija pródiga de la cocina de la Comarca esta delicia culinaria parte del patrimonio inmaterial de la humanidad consta de asado de puerco –asado de bodas- y siete sopas, mismas que representan las siete virtudes que se contraponen a los siete pecados capitales, para, de esta forma, alimentar el cuerpo y el alma.
Oriunda del vecino estado de Zacatecas llega con los inmigrantes de dicha área que vinieron  en el ferrocarril a nuestro terruño cuando ambas entidades se conectaron gracias a las vías del tren, aunado a la disminución de actividad minera por aquellos lares y al boom que se vivía en esta zona debido al mentado ferrocarril y al algodón. Nuestros hermanos zacatecanos trajeron con ellos sus tradiciones, costumbres y religiosidad. Todo esto fue el perfecto caldo de cultivo para que la incipiente comunidad lagunera adquiriera este fervoroso modo de agradecimiento para instituirlo como suyo, con la diferencia de que en Zacatecas se daban dos tipos de reliquia: la salada, ya mencionada; y la dulce que constaba de atole y pan; mientras que aquí –aunque sí hay pocas dulces, pero hay- se estableció la salada como un platillo que la gente espera con ansias haciendo fila al tiempo que se esconde del viejo de la danza que ejecuta con soltura y precisión ese inagotable matlachín al compás del guaje.

Con el paso de los años las festejos cambiaron y la manera de pagar las mandas o promesas también, pero la reliquia como tal se sigue manteniendo y manifestando fiel a su origen: la visión cristiana de observar en el hermano necesitado la posibilidad de ayuda y qué mejor que hacerlo desde la comida –aunque no lo necesites, ya te dicen el Harry Potter porque nomás andas en busca de las reliquias, tragón-, en lo particular alimentar a otro ser humano me parece uno de las mayores actos de amor.
Este año toca vivir esta religiosidad popular de manera diferente pero el fervor, la devoción y el agradecimiento se dan de la misma manera. 

Ahí si tienes chance mándame por DiDi o Rappi un platito de reliquia, aunque sea poquito, nomás que no se tire.

Texto: Jesús Cáñez
Imágenes: Google Images
Video: Cinco de te - Tropicalísimo Apache / YouTube
@ochosieteuno_

miércoles, 21 de octubre de 2020

Hijos del maiz

 



Canción para acompañar el texto: Tzunami - Porter
Tiempo aproximado de lectura: 4 mins

Que vivimos en el país más bello del planeta y mundos circunvecinos se sabe hasta en el Xibalbá. Que gozamos de las tradiciones más ricas de la Tierra, del Sistema Solar, de la Vía Láctea y del universo es bien conocido hasta en los universos para-lelos. Así que ponte al tiro, morro, porque hoy te quiero contar poquito de algo que sucede en la cosmogonía de una de las regiones que más atrapa a sus visitantes y siempre lo dejan a uno con ganas de regresar: Mesoamérica, particularmente –en este caso-, la Península de Yucatán. Así que véngase pa’acá, pásale a lo barrido, mi querido lirabirrow. 

En un par de viajes que hice alguna vez al sureste mexicano tuve la afortunada oportunidad de adentrarme en esas hermosas zonas del Mayab y aprender una gota de agua del gigantesco océano que es la cultura Maya. Una ocasión, cerca de la ciudad de Valladolid visitando un bellísimo cenote -de cuyo nombre no puedo acordarme, pos no chingues si nomás en el puro estado de Yucatán hay más de dos mil- al cuál sí recuerdo que tuve que llegar bajando por unas escaleras a lo que sería una sofocante y húmeda cueva subterránea donde por primera vez en mi vida presenciaría con mis propios ojos ese enorme pozo de agua iluminado por un rayo de sol desde un hueco en la superficie. Una cosa preciosa, chula, y todos los adjetivos perrones que se te ocurran. Ya estando ahí hice un ritual con sahumerio de copal incluido para pedir permiso para poder entrar al agua, misma que estaba más helada que patas de pingüino, pero bueno la experiencia queda. Nunca entendí lo del permiso hasta después.


Agárrate que se viene lo chilo, ayayay. Otra ocasión fui igual de afortunado y pude adentrarme en una aldea Maya conviviendo con gente que al día de hoy se rehúsa a expresarse con la lengua de Cervantes. Cerca de la ciudad de Tulum tuve acceso a esta localidad en donde tuve que volver a pedir permiso para entrar, pero no a un ser humano, no, señor. Tuve que pedirle permiso a los aluxes. Me dieron una suerte de juguete pre-hispánico parecido a un tamborcito el cual iba tocando cada vez que ingresaba a una nueva zona del lugar. Según el camarada que me dio el tamborcito, los aluxes, son el equivalente maya al chaneke Mexica o Totonaca, seres fantásticos antropomorfos que cuidan de las milpas y las cosechas de los campesinos en todo el Mayab de quienes se relatan muchas historias. Una de ellas cuenta que los alux’ob (aluxes porque #español) existen desde la creación y son encargados de cuidar las milpas, seres con atribuciones mágicas que cuando los divinidades mandaron el diluvio para acabar con tutti la bandi se metieron en ídolos de barro para salvarse. Lo cual me hace mucho sentido si recordamos que en el Popol Vuh la humanidad es creada por los dioses utilizando el maíz para tal propósito. Entonces, si nos basamos en eso, que las milpas tengan sus guardianes no suena nada descabellado cuando nos sumergimos en esa cosmovisión maya. 

Otra historia de tantas dice que estos individuos son creados a partir de una ceremonia con un h’men (un sacerdote maya), estos camaradas cercanos a los dioses toman barro para hacer una figurilla, la cual también puede tener tela, miel o cera y le derraman gotas de sangre para darles vida, tras varias lunas la figura vivirá y servirá al amo al que fue encomendado para cuidar de su milpa, siempre y cuando este último lo alimente y le haga tributos. Usualmente se le brinda saká (una bebida a base de maíz que sirve para que el alux sobreviva), también se le ofrece pozol y hasta tabaco y uno que otro pistache.



Sea cual sea la historia, todas concuerdan en que un alux es un ser que no le gusta dejarse ver y los que han podido hacerlo los describen como seres de muy baja estatura, que visten  de sombrero y ropa maya tradicional –si es que la usan- con aspecto de anciano indígena y que les gusta mucho hacer travesuras. Estos individuos viven en la naturaleza y la encuentran como algo sagrado, así que si vivistas sus tierras y no tienes las debidas precauciones te arrojarán piedras, verás sus sombras, te pueden dar un ‘mal aire’ o causarte algún daño físico o estomacal, para ser más específicos, te causan diarrea. De igual manera están de acuerdo que el alux sirve al milpero para la buena cosecha y otro tipo de favores de buena suerte. Si el campesino deja de tributar o alimentar al alux, se va a encabronar y se irá, no sin antes desmadrar la milpa, perder los animales, destruir el huerto o incendiar la casa, así de encabronado; así regresará a la naturaleza y se dedicará a cuidar de sus tierras. Al paso de siete años el milpero debe de ponerle su casita y taparla para que el duende descanse en paz y se haga uno con el universo.

Ahí aprendí también que para los pobladores mayas los alux’ob son seres que hasta se les atribuyen mágicas facultades curativas para con sus amos y además, son dueños de todo lo que hay en la naturaleza y suelen vivir en cenotes –he ahí el permiso, dado que son portales al inframundo-, cuevas, cavernas, montes, grutas, selvas, pirámides y obviamente milpas. Después me contó mi camarada que estos fantásticos seres se opusieron a la construcción del puente cercano al aeropuerto de Cancún, donde los ingenieros que lo construían no se explicaban por qué cada vez que lo levantaban volvía a caerse, hasta que llegó un h’men y pidió permiso y les construyó una casa a los aluxes para que no dejaran de vivir ahí. Santo remedio y puente listo.

Ya bien yuyeado me fui a Cobá y subí los 42 metros de la pirámide de Nohoch mul pidiendo permiso entre todas las ceibas, estelas y escalones. Desde el templo superior a la pirámide donde está labrado el dios descendente como en el templo de los frescos de Tulum, pude observar que hay referencias a los alux’ob mientras me deleitaba la pupila con toda la vegetación de la imponente selva de Quintana Roo. Cansadísimo y sofocado de la humedad fue momento de comer la barbacoa más antigua del mundo, la deliciosa Cochinita Pibil en las playas de la antes llamada Zamá. Inmediatamente después de comer, una de las personas que estuvo conmigo en la aldea maya y no pidió permiso para entrar tuvo un ataque diarreico impresionante. I. SHIT. YOU. NOT.
Otra persona allegada a mí se fue a dormir inmerso en la selva lacandona cerca de Palenque, no pudo lograrlo debido a los ruidos y cosas que les arrojaron en medio de la noche, tampoco pidió autorización. Como tampoco los que querían hacer el concierto de Elton John en Chichén Itzá.

Cuando visites la Península de Yucatán no dejes de pedirles permiso, estás en sus tierras. Vámonos, lirabirrow, recuerda que In lak’ech, Hala ken.

Texto: Jesús Cáñez
Imágenes: Google Images
Video: Tzunami - Porter/ YouTube
@ochosieteuno_

miércoles, 14 de octubre de 2020

El palacio de la locura



 Canción para acompañar el texto: Este cosmos - Porter.
Tiempo aproximado de lectura: 3:30 mins.


Corría el año de 1908. Se fundaba el Inter de Milán en Italia; nace el FBI y el Ford Modelo T que fue el primer coche de producción masiva en Estados Unidos; Machado publicaba Cantares en España; veían la primera luz Simone de Beauvoir, Atahualpa Yupanqui, Abraham Maslow, Oskar Schindler en Francia, Argentina, los Yunaite, y lo que hoy es República Checa, respectivamente. Y ya te estoy oyendo: ¿A mí que me importa todo eso si no pasó nada en México’mbeee? Ahí voy, chingao, deja le meto drama. Ya esuché que dijiste: “Mejor métele nitro, papi.” Pues sí, en México también se cocían habas en aquel tiempo. El Porfiriato quería demostrar su poderío con grandes muestras de desarrollo y veía el pretexto perfecto dos años después con el Centenario de la Independencia y había que echar la casa por la ventana, así que mi general Don José de la Cruz Porfirio Díaz Mori se juntó con ‘El Rey del pulque’, Ignacio Torres Adalid, un camarada del mismo Porfi y que tenía hartas tierras y amigo también de toda la aristocracia de la época. ¿Pero, bueno, este wey qué chingaos? Pues este camarada le cedió a mi general un pinchi terrenote -tan grande que hasta cabe tu corazón, íjate nomás, mailof-, donde se iniciaría una extraordinaria construcción precisamente en 1908. Una construcción al puro estilo de un palacio francés y que sería algo que existía en todas las grandes urbes, pero no aún en esta bella nación Tenochca.

Corría el año de 1910. Se fundabaaaaahtecreas. No, ya en serio. Llegamos al año del centenario de la Independencia y don Porfi se lució. De acuerdo con la Memoria de los trabajos emprendidos y llevados a cabo por la Comisión Nacional del Centenario de la Independencia, destacan 325 escuelas, 136 parques y jardines, 135 placas, 130 casas consisteriales, 98 obras de agua potable, 88 monumentos, 72 kioskos, 66 edificios públicos… wey, son un chingo, no voy a acabar. Pero uno que destaca entre todos ellos además del Ángel y el de Juárez es el Manicomio general “La Castañeda”, ubicado justamente en la exhacienda que roló amablemente Torres Adalid.


La Castañeda fue inaugurada el primero de septiembre de 1910 con bombo y platillo entre la crema y nata de la alta sociedad mexicana. Este Hospital Psiquiátrico contaba con 23 pabellones psiquiátricos donde se pretendía dar asilo y atención a los enfermos mentales de una manera digna, humana y universal. Así que trasladaron al lugar a muchos pacientes desde otras clínicas, comenzando actividades con casi 780 atendidos. De esta manera daba inicio la historia del lugar que a la postre podría ser considerada la cuna de la psiquiatría en México. Todo era miel sobre hojuelas hasta que comienza la Revolución y Porfirio decide abordar el Ypiranga y abandonar el país. Prácticamente el pedo fue que ya no se recibía la feria del gobierno y empezaron las carencias. Sumándole que la locura ya no era diagnosticada de manera médica sino al ahí se va.

Desde siempre existieron varios pabellones para personas con distintas afecciones. El primero o pabellón A era el de los Pacientes distinguidos, donde estaban miembros de familias de varo que eran los que aportaban la marmaja, además usualmente no eran pacientes agresivos; en el Pabellón de observación era donde llegaban y hasta que les diagnosticaban eran mandados al pabellón correspondiente; el Pabellón de pacientes peligrosos, donde estaban los que la misma poli llevaba por andar de pasados de lanza con la raza; el Pabellón de epilépticos, que en aquel tiempo era considerado así por la medicina de la época; el Pabellón de imbéciles (sic) que albergaba a las personas con retraso mental evidente; y el Pabellón de pacientes infecciosos, donde estaban los enfermos de tuberculosis, sífilis, lepra, tifoidea, etc… Por mencionar algunos.



Conocido como “El Palacio de la locura” conforme los años pasaban la situación dentro de la Castañeda llegó a ser cada vez peor. A falta de espacio y con más de tres mil pacientes y, a veces, un solo doctor para tutti la bandi, decidieron retirar las camas y ni pepe, a dormir todos en el suelo. El hacinamiento hizo que todos se mezclaran con todos y las condiciones se fueron agravando. El piso donde dormían estaba lleno de orines, roído por las ratas y la atención era cada vez más deficiente. Lo que un día fue el hospital psiquiátrico más moderno del país se había convertido en un lugar donde el 80% de su población no eran enfermos mentales, los hombres en su mayoría diagnosticados con alcoholismo y las mujeres con neurosis. Ya no era necesaria la carta que confirmaba que el paciente requería de atención médica, ya los mandaban al chingazo. Los indígenas eran considerados inadaptados, parias de la sociedad; las mujeres solteras eran consideradas sexoservidoras y las prostitutas como pacientes infecciosas, sin importar que no tuvieran niguna infección y/o enfermedad. El caos reinaba y cada vez más los tratos eran peores: baños de agua helada, electroshocks que te dejaban al borde del coma, encierros solitarios en lugares diminutos y llenos de ratas; torturas por doquier; y tratos peor que animales a las personas con retraso. Debido a esto La Castañeda se ganó a pulso el mote de “Las Puertas del Infierno”.

Según el Archivo Histórico de la Secretaría de Salud en 58 años “Locópolis” como también se le conoció albergó a más de sesenta mil pacientes. Hasta que la “Operación Castañeda” en la presidencia de Díaz Ordaz decidió reubicar a los pacientes y demoler el sitio que algunos médicos hoy nombran como “la pesadilla en la historia de la psiquiatría mexicana”. Hoy es un lugar que abarca un WalMart, la prepa 8 y las Torres de Mixcoac, colonias multifamiliares donde dicen sus habitantes que desde 1973 se escuchan gritos, agua chapoteando y hay macetas que se mueven de lugar.

Texto: Jesús Cáñez
Imágenes: Google Images
Video: Este cosmos - Porter/ YouTube
@ochosieteuno_

miércoles, 7 de octubre de 2020

Sangre y oro

 



Canción para a compañar el texto: The Crimson (Semi-instrumental) - Atreyu
Tiempo aproximado de lectura: 4 mins

Es octubre y comienza el último trimestre del año, particularmente me parece el mejor: en los deportes hay finales de NBA (que obviamente van a ganar mis Lakers), el beisbol se viste de gala para la Serie Munidal (aquí sí mis Indios valieron grillo), regresa la NFL y vamos invictos en mi natal Wisconsin, el Santos se quiere meter a la liguilla y así y así; se entrega el premio Nobel; el clima comienza a cambiar y viene el tiempo de las mejores festividades. La que nos ocupa la mente el décimo mes es la del jalogüín y toda la horda de cosas que nos trae cada año, lo digo porque la gente comienza a adornar sus casas como en capítulo de Scooby Doo y se ponen a ver clásicos del cine como la misma Halloween, El exorcista, El resplandor and so on. Está chilo y está bien.

El ser humano siempre se ha sentido atraído de alguna manera u otra por lo paranormal, pregúntale a alguien y nueve de cada diez personas te van a decir que han tenido una experiencia relacionada con algo inexplicable, que puede rayar en lo tenebroso o con entes ajenos a los de nuestro plano. La única persona que te dirá que no es el pobre cabrón que aún no sabe que es un fantasma, como en el sexto sentido. Y todos tenemos un ser fantástico favorito: zombies, espectros, hombres lobo, brujas, etc...

Hoy te voy a contar de mi criatura legendaria favorita y aquí le das play en tu cabezota al redoble de tambores: el vampiro. Hay algo en esa figura de colmillos afilados y un halo de inmortalidad que siempre me ha llamado la atención. La representación de un individuo condenado a no ver jamás la luz del sol y a no morir, además de inteligente, fuerte, ágil, sofisticado y hasta aristocrático me parece lo suficientemente agradable para pensar en él. Por supuesto que no soy el único, dado que alrededor del mundo se ha convertido en un objeto de culto para delicias de chicos y grandes. Entre algunos de los detalles que llaman la atención de esta criatura es que como bien lo sabes pos los camaradas se alimentan de sangre, sanguijuelas les llaman en mi natal Los Ángeles donde los Lakers van a quedar camepoooohquela. Además son weyes que tienen largos caninos para facilitarles la tarea de morder a su víctima y dejarla sin el vital líquido, de esa manera pueden vivir eternamente, ya que son ajenos a cualquier enfermedad y se curan en chinga loca, a menos, claro, que les des en toda la merrycrismas metiéndoles un palo en el corazón y demás cosas que no nos interesan porque todavía no los queremos matar, dale calma.

Mucha gente piensa que el mito vampírico viene de un conde en Europa que vivía en Transilvania y bla, bla, ya te sabes la historia. Pero nel, a pesar de que sí es una figura que toma mucha fuerza en el folclor europeo de la Edad Media hay registros en la antigua Grecia donde había weyes que eran atacados mientras dormían y les drenaban los fluidos, esos no, puerco, bueno, quién sabe, en una de esas, ¿edá? Es después en la ya mencionada Edad Media cuando se empieza extender el mito del vampiro, en Europa del Este para ser más precisos cuando las plagas. Y con justa razón para el pensamiento de la época: imagina que sobrevives y toda tu familia muere, la gente pensaría que te los chingaste y obvi, eres un vampiro, duh. De igual manera debido a la falta de recursos para determinar si alguien realmente había muerto en esa época, pues mucha gente que estaba en coma, enferma o nomás andaban como placas de tráiler despertaban de chingazo y pos la raza se sacaba de pedo, tons los enterraban boca abajo pa’ que no se salieran de sus tumbas, no vaiga siendo.

Ya en el siglo de 18 estos individuos suman gran relevancia debido a la literatura de su tiempo, ya que comienzan a aparecer en poemas y novelas. Después vendría Drácula, seguramente la novela que catapulta a este ser al imaginario colectivo y la cultura popular. El libro de Bram Stoker toma aún más relevancia con la película de Bela Lugosi en 1931, inspirada en el conde que vivía en Transilvania y era un empalador y bla, bla, bla. Después se hace una bronca con Nosferatu porque pos le robaba la idea pero el vato no podía ver la luz del sol, no como un wey que se mete a la escuela y brilla con el sol. Acá entre nos y aprovechando que somos pocos, deja te cuento que mi vampiro favorito es el de Anne Rice, que comienza las Crónicas Vampíricas con Entrevista con el Vampiro donde Louis y Lestat dejan ver que estos individuos ya no son como los de antes, oioioi, sino que ahora son más humanos, sienten y tienen hasta pedos existenciales. Después en las mismas crónicas veríamos la historia de Lestat, Markus y hartos más; léelos, vale la pena si te gusta el tema, como recomendación pues el ya mencionado, Lestat el Vampiro, La Reina de los condenados, Sangre y Oro y Cánticos de sangre, hay más pero te estoy recomendadombeee. Además los de Rice ya no son satánicos ni Cristianos, más bien, son una especie de fuerza atrapada entre el bien y el mal; por si fuera poco, son muy guapos, educados e inteligentes, ya pa’ si no, llevan viviendo chingos de años.

Ya después los hicieron héroes o antihéroes como en Van Helsing, Blade o Hellsing con el madafaca del Alucard, ajá, Drácula al revés, ahí vas a leerlo otra vez. Como otra recomendación te dejo la leyenda del vampiro del panteón de Belén en Guadalajara, si tienes chance en unas vacaciones en la perla tapatía hay tour nocturnos perrones; y en la musical aviéntate todo el The Curse de Atreyu, un discazo de metalcore de pura cultura vampírica.

Vamos a dejarle hasta aquí porque ya se está metiendo el sol. Ya agarre mis ajos, mi agüita y mi estaca, no vaiga siendo que se nos aparezca el vampiro fronterizo.

Texto: Jesús Cáñez
Imagen: Google Images
Video: The Crimson - Atreyu/ YouTube
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