El pasado domingo a altas horas de la madrugada -7am, o algo así-, unas
notas musicales considerablemente desagradables, casi satánicas, diría yo, me
despertaron de un sueño que a duras penas pude conciliar a las cuatro de la
mañana porque andaba leyendo unos cuentos de Cortázar. Música estridente y muy
fea, con una voz femenina que en vez de cantar parecía ladrar de los gritos que
pegaba. "Música de la Jenny" le llaman. Los terribles versos de esas
canciones venían del departamento que está sobre el mío...Aquí quiero dejar
claro un punto: yo sé que hay música para todo tipo de gustos y también sé que
hay mucha gente que los domingos se levanta temprano. Lo que simplemente no me
cabe en la cabeza es que pueda haber gente que diga para ellos mismos: "Ok,
son las siete de la mañana de este lindo domingo, qué tal si se lo arruinamos a
los demás poniendo a Jenny Rivera a todo volumen". O al menos así lo veo
yo... pero en serio, ¡qué sacrílego infeliz hace eso en un domingo a las siete
de la mañana! está de sobra decir que pasé un domingo arruinado.
Esta situación me hizo recordar algunos sucesos, que ahora que lo pienso, han
dejado en mí un cierto resentimiento a las personas que cohabitan conmigo una
calle o un conglomerado de departamentos.
El vecino del otro lado era un señor ya entrado en años, anteriormente exitoso
y hace apenas dos años un ser deprimido y con conductas suicidas. Con
puntualidad inglesa nos acostumbró a las seis de la tarde al tufo de su churro
vespertino, aroma que por lo menos rodeaba dos o tres casas. Siempre ahogado en
alcohol parecía no parar jamás. Una vez lo vi botella de vodka Oso Negro en
mano, un caballito y una naranja a la mitad sentado en la banqueta de su casa
hablando solo de física y viajes en el tiempo. Sus que-veres con homosexuales
vestidos de mujer inhalando chemo afuera de su casa a veces nos covenían, pues
llegaban las vestidas a tocar a la casa con su envase con resistol pidiéndonos
diez varos a cambio de barrernos la calle. Sin embargo, pese a todos sus
problemas, adicciones y aficiones era una buena persona. Vendió su casa y nunca
más lo volví a ver.
Ya en Jalisco, en Puerto Vallarta, tenía por vecino a un trabajador de hotel,
al parecer buena persona. Nunca hablamos más de cinco palabras, pero parecía
buena persona. Este, contrario a mi vecino lagunero, fumaba mota a todas horas.
Al despertar olía a mota, a la hora de la comida tufo de hierbamala, al anochecer
de nuevo humazos olor a mois. Las únicas veces que no apestaba a mostaza la casa
del vecino era cuando se escuchaban los gemidos de su novia en sus trances
amatorios, lo digo así porque parecía que ponían el altavoz.
En los Altos he vivido en dos ciudades. En una tenía unos vecinos que en el
piso de arriba no tengo idea por qué pero movían muebles a todas horas o eso
supongo pues se oía como al mover una mesa. Lo extraño era que daba igual si lo
hacían por la mañana o en la tarde o en la noche o a las dos o a las cinco de
la mañana. Todos los días. Supongo que era alguien con un trastorno obsesivo
compulsivo de mover mesas.
Los del otro lado eran una pareja en que el marido nunca se dejó ver. Sabía que
existía, pero nunca se vio, tal vez era inválido o tenía una enfermedad que no le
permitía salir de la casa.
En fin, donde estoy ahora es un edificio con seis departamentos. En el
uno se acaba de mudar una señora que apenas ha movido sus cosas; en el dos y en
el cuatro no vive nadie; en el tres vive
una señora viuda con su french poodle; en el cinco vivimos mi esposa y su
humilde servilleta; y en el seis viven los vecinos que me odian. Del otro lado
del edificio tenemos como vecinos a una empresa de servicio funerario, al
parecer no productiva pues en el tiempo que llevo aquí sólo han tenido dos
velorios, ¡Gracias a Dios!
Los ya mencionados vecinos del seis, los satánicos adoradores de "la
Jenny", llegaron después que nosotros. Muy propios vinieron a presentarse
con la consigna de que debemos cuidarnos como vecinos que somos, y pese a que
veo Investigation Discovery, no le veo caso dentro de un edificio que parece
búnker en un apocalipsis zombie.
Estos vecinos se quejaron de mí con el administrador del edificio porque se
azotó una puerta en la madrugada. En su triste cerebro de ardilla habrá
imaginado que a mí me gusta que un aironazo me azote la puerta del baño y me
despierte del susto. A raíz de eso me dejó de hablar -nunca fuimos ni intento
de amigos- y ahora me odia. Una vez en el centro fui a preguntar por inscripciones
para el Teachers training en una escuela de inglés y cuál fue mi sorpresa al
ver a mi vecino del seis de recepcionista bajo la mirada atemorizante de su
supervisora, hablándome con una cordialidad más hipócrita que actriz de novela
de las nueve. Rápidamente se apresuró preguntando con ingenio de sobra: ¿Sabes
inglés? y yo le respondí en seco: Cotton. A partir de ahí no volvimos a
dirigirnos la palabra. Me odia como el vecino de arriba a Joaquín Sabina:
"Mi vecino de arriba/ se lo pasa fatal/ y que yo me divierta/ no puede
soportar,/ cuando me mira siente / ganas de vomitar; /si yo fuera su hijo/ me
pondría a cavar.
Claro que también he tenido vecinos muy agadables y personas de gran calidad humana, sólo que a ellos los recuerdo con cariño.
Si yo he sido o soy uno de tus vecinos me disculpo por cualquier cosa que te haya hecho sufrir (not). Me despido deseándote suerte con tus vecinos, no sea que los despierten los domingos con las melodías de la Jenny.
Si yo he sido o soy uno de tus vecinos me disculpo por cualquier cosa que te haya hecho sufrir (not). Me despido deseándote suerte con tus vecinos, no sea que los despierten los domingos con las melodías de la Jenny.
P.D. Si vuelve a suceder tomaré venganza a las seis con rolitas de From Autumn to Ashes.
Texto: Jesús Cáñez.
Imagen: Google.
Sígueme en Twitter: @hijodetintan
Texto: Jesús Cáñez.
Imagen: Google.
Sígueme en Twitter: @hijodetintan
¡Jajajaja! muy bueno, aunque realmente no sabría decirte si es bueno o malo lo que está pasando ya que gracias a eso tienes algo que aportarnos.
ResponderEliminarSaludos!
Elizabeth Medina.
Es entonces cuando recuerdo a mi abuela con ganas de callarnos sin gastar mucha saliva y decir.... Cada cabeza es un piojero..
ResponderEliminarAnimo!