miércoles, 15 de julio de 2020

La raza es bañada

              Tin Tan', emblemático comediante mexicano, El Siglo de Torreón



Canción para acompañar el texto: Casino Shangai - Sr. Bikini
Tiempo aproximado de lectura: 4 min


Esta bitácora no hace apología del bullying.
"Never forget what you are, the rest of the world will not. Wear it like armour and it can never be used to hurt you." - Tyrion Lannister.


La bocina arrojó un son a ritmo de banda, mismo que identifiqué de inmediato: el son de los aguacates. No siempre lleva letra; pero en esta ocasión sí, y apenas entonando el primer verso también logré identificar a su intérprete, una voz inconfundible, la de Valentín Elizalde, “El Gallo de oro”. 
Me quedé pensando por un buen rato (no en el Vale, sino en su apodo) y caí en cuenta que hay motes que trascienden más que el nombre propio y se quedan para la eternidad. Aquí en México tenemos casos como “El flaco de oro”, “Tin Tan”, “El Chapo”, “Cantinflas”, “Chicharito”, “La Doña”, “La Mataviejitas” etc. Sabemos a quiénes nos referimos sin mencionar a Agustín Lara, Germán Valdés, Joaquín Guzmán, Mario Moreno, Javier Hernández, María Félix y Juana Barraza, respectivamente.
Internacionalmente hay casos como Saul Hudson, Edson Arantes, Cayo Julio César Augusto Germánico y Armando Christian Pérez, entre otros. Y quizás aquí te preguntarás: ¿Y quiénes son estos pinches teteretes? Pues nada más y nada menos que Slash, Pelé, Calígula y Pitbull; ahora ya tú sabe –badum tss-.

Los apodos son tan antiguos como el mismo nombre, ya sean apreciativos o depreciativos y en un principio, antes de la existencia de los apellidos, se utilizaron para diferenciar a dos homónimos –con el mismo nombre, ‘mbe-. De esta manera podíamos distinguir a Plinio “el viejo” de su sobrino Plinio “el joven”; inclusive a Jesús mismo, le llamaban “El Nazareno”, ¿ah, vedá?
Incluso en la literatura contemporánea hay un sinnúmero de ejemplos, como "la chica en llamas" del distrito XII, "the boy who lived" paseándose en Hogwarts, o "little finger" de Canción de hielo y fuego.

Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento… ah, chinga, no, pérate. Muchos años después, ya con apellidos rimbombantes y toda la cosa, fue en la misma casa donde las familias decidieron apodar a sus integrantes olvidándose de su antropónimo –el nombre, ‘mbe-, y quedando el sobrenombre, de ahí que en tu familia están “la güera”, “el flaco”, “la beba”, etc. Hasta ahí todo chilo, pero querías amigos, wey, y la raza es bañada. Imagínate las peleas de tus padres nueve meses para ponerte un nombre muy bien pensado –a veces, tampoco te vueles , Anivdelarev- para que de repente llegue uno de tus camaradas y se fije en el grosor de tus labios y de la nada te suelte un saludo: “Ese mi Ozzy, ¿cómo andamos?”. Tú todo desconcertado, te emocionas y piensas que por tu buen gusto musical te llamó como al “Príncipe de las tinieblas” para después apachurrarte el alma al enterarte que fue por Ozzy-cón. Pero, ve el lado postivo, suena mejor “el Ozzy” que “el avión” o "el chicastrón" Podría ser peor si –como yo- no eres agraciado físicamente, ahí te dirían “el trofeo” por trompudo y feo. Así que tranqui.

Todos conocemos a alguien que no sabemos cómo se llama pero estamos al tanto que le dicen “el chilango”, “el norteño”, "el gringo" “el costeño”, aunque eso es en la mayoría de las veces un tipo de gentilicio; igual otros que tienen apodos asociados a un animal: “el gato”, "el chango",“el pollo”, “el tiburón”, “el oso”, “el toro”, “el grillo”, etc… O algo relacionado con un alimento: "la guayaba", "el piñas", etc... Otros quedan por situaciones específicas o tu manera de vestir: "el cholo"o "el chero", por ejemplo; sin embargo, la raza es bañada, más en nuestro país, donde sabemos que sobreabunda el ingenio cuando el espíritu joditivo se apodera de uno. Y aunque existen los apodos tiernos y lindos que le dices a tu “joniboni”, son los apodos despectivos los que dejan una huella vitalicia en el portador borrando su nombre para siempre y quedándose el mote que alguna persona sin corazón atinó a propinarle, como al vato aquel que le decían “El Simba” porque su tío mató a su papá. La raza es bañada.

Lo primero que detecta aquel desalmado que arroja el sobrenombre es el físico del otro. Pueden comenzar con el color de piel y comienzan los clásicos: “Rene” porque está re-negro “La prieta”, “El quesos”, “El menona”, etc. Si son por el pelo o por los ojos “El chino”, “el BTS”–ya sé que no son chinos, ‘ombeee-; agrégale el estrabismo y conoces a un “Elvis”, ya los más cargados le decían “El vitaminas” porque B1 y B2.
Si la victima padece de alopecia no nomás es “el pelón”, el ingenio trasciende y le apodan “la gasolina” porque es cada día más cara o “el Infonavit” por aquello de los tres metros de frente.
Si es su nariz la que predomina suelen ser comunes “el tucán”, “el buitre” “la bruja” “el gnomo” “pinocho”, etc.
Si son las orejas como llovizando “Dumbo”, “La champions”, “la antena” o  “Mickey” son comunes y la lista sigue.
A veces el sujeto en cuestión se ve afectado por el peso, ya sea por su delgadez o porque posee un par de kilogramos de más, si es por la primera conoces a “la lombriz”, “la tripa”, “el popote”, “el cadáver”; y si es por el exceso de gramaje “el dólar” por aquello de que le vale madre el peso, “el roto”, “la ampolla”, etc…
Si de estatura hablamos y esta es corta, conoces a “Elena”, “el bonsái”, “el átomo”, “el piojo”; si por el contrario, es alto, le suelen llamar “roba focos”, “el traga nubes”, “la jirafa”, “el baja cocos”.
Los defectos físicos suelen ser utilizados para lo mismo, como aquel señor que estaba chuequito y le apodaban "el terror de las hormigas" ,“el Onappafa” o “el chocolate”; o aquel ingeniero que tiene parálisis facial y le apodaban “el peón” porque come de lado; uno que regresó de la guerra y perdió una mano y le llamaban “el Lincoln” o el otro aquel que tenía su tiendita y le decían “Cindy” porque estaba chimuelo. Y no vamos a mencionar los apodos de aquellos que les faltó un poquito para alcanzar a llegar al baño a tiempo porque ya va siendo hora de comida. 
La lista es eterna, el motivo puede ser cualquiera y te digo que la raza es bañada y tú eres parte de la raza, y ya te vi que andas ideando cosas, así que mejor aquí le paramos para irnos a leer un rato al “caballero de la triste figura”.

Texto: Jesús Cáñez
Imagen: Google Images
Canción: Casino Shangai - Sr. Bikini
@ochosieteuno_