Canción para acompañar el texto: La cumbia sampuesana - Aniceto Molina
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Acá entre nos, la semana pasada te dije mentiras.
Tranquílate, no pienses que la caída, mi muerte en el ecihibí y el SIFAMEX son
falacias, nel, eso sí pasó. Lo que es falso fue lo de las canelitas. Es que la
verdad, el producto que traía es otra delicatesen del tipo clon, el cual se
llama Con Canela, para ser más precisos dice la palabra “galletas” en letras
pequeñas y ya en grande “Con Canela”, entonces su nombre real sería Galletas
con Canela (Ö ¡si Doritos hiciera sus papas de canela y azúcar les podría
llamar churritos! Ö).
Prácticamente es lo mismo pero más barato, como cierto eslogan de cierta empresa de cuyo nombre no quiero acordarme; efectivamente, son
mucho más económicas y el parecido en todo aspecto es innegable, incluso el
arte de la caja es sumamente parecido: mismos colores, semejante tipografía y
del producto pues ni hablar, basta decir que son galletas espolvoreadas con
azúcar y canela, de esas que te dejan toda la boca llena de ese polvo, como
para darle un beso a un guardia real del palacio de Buckingham.
Y no vaigas tú a pensar que compré esas galletas por jodido –que es la neta,
pero no lo pienses-, sino porque saben más buenas. Y de veritas, de veritas que
me gustan más que las originales, lo que me puso a pensar que hay una gran
variedad de productos que en su versión chafita, réplica o clon AAA hay
ocasiones que son mejores que la original.
Desde tiempos ancestrales han aparecido en tu alacena
ciertas mercancías que a veces ni recuerdas cómo llegaron ahí (muy
probablemente en épocas de vacas flacas), sin embargo, cuando decides darles la
oportunidad resultan ser una tremenda maravilla culinaria, un estallido de nebulosas
en tu paladar, umami en su máxima expresión deleitando tus papilas gustativas.
Nah, nocierto, pero aunque digas: “Ay, cero que ver, goeee, esos ni los conocía”
estoy seguro que alguna vez los has tenido o probado, aunque sea una vez, unita
nomás. Te apuesto unas Galletas Con Canela a que sí. Comenzamos.
Hubo un día de tu existencia que tenías un chingo de hambre
y no había nada que comer –sí había, pero eres huevón para hacerte, más bien no
había quien te hiciera-, así que agarraste lo único comible dentro de la
oscuridad de esa alacena, obviamente; y por razones desconocidas decidiste ver
qué era, le quitaste las telarañas, la sacudiste como señora de miscelánea con
los churrumais caducos y viste que detrás de esa extensa nube de polvo se
escondía una gigante bolsa de Chachitos. Agarraste el tremendo bolsón de arroz
inflado, te le llevaste a la sala y te los comiste como churrumais caducos, ni
leche les pusiste, ¿te acuerdas? Y para tu sorpresa estaban bien buenos. Nunca
más los volviste a ver. Nadie sabe de dónde salen esas madres, nomás aparecen,
como los Oxxos.
Y te digo, hay algunos productos que son chafitas,
económicos y aunque hay veces que no le llegan al original suplen muy bien la
función que cumple el de la versión de línea. Es como cuando me toca poner las
papas y las cocas: de loco le voy a dar a la raza Cheetos de los perrones, nembe,
voy a abastos por un costal de pseudocheetos puff, un garrafón de salsa muy seguramente
rebajada con agua y un doce de impresionantes bigcolas de tres litros. Ámonos.
Todos se van a quejar, pero también todos van a agarrar su vasito y van a
terminar con los dedos anaranjados. Hasta sobran, chiquitín.
Checa tu despensa o abre el refri y te darás cuenta que no
miento: tú y yo sabemos que esa “Nutella” que le embarraste anoche a los churros
no es Nutella, es Crema untable de avellanas con cacao de la que venden en la
gualmar y no hay pepe, sabe exactamente igual; pero ahí te la andas dando de
purista que no sabe igual porque la original es de Ferrero y sabe qué tantas
cosas más. Tas pero bien loco, también decías que los únicos nuggets que te
gustaban eran los de Carl’s Jr, acuérdate como le echabas cátsup a los gachotes
esos con forma de dinosaurio, ni a pollo llegan esos, han de ser de tortolita.
Bien que te quitaron el hambre, como las Galletas con Canela que ya me debes.
Y hablando de galletas no se puede quedar atrás un producto
clásico, de gran tradición, de los meros meros de antaño, copiado por muchos y
sigue siendo de malísima calidad como el original pero que absolutamente todos
hemos tenido y comido (redoble de tambores): las galletas de animalitos.
Aunque uno nunca le hallaba forma de ningún animal, yo creo que eran
cilecántropes; son tan famosas que hasta te las daban en Navidad junto con las
otras galletas genéricas de mantequilla (esas sí saben bien gacho) y están tan
arraigadas en la comida nacional que hasta tienen su propio día festivo; neta,
es el 18 de abril. Y ya parece que te oigo: “O sea, wey, sí las he visto, pero
nunca las he probado ¿sí están buenas?” Telosito, si hasta les ponías leche pa' comértelas como confleis, nomás porque no me quieres pagar mis galletas.
Vamos a dejarle hasta aquí por hoy, tengo que desempolvar la
alacena. La última vez me encontré unos Chachitos detrás de unos pseudocheetos
y un mazapunk; ah, nomás recuerda que si vas a comer mazapanes, que esos sí
sean De la Rosa.
Texto: Jesús Cáñez
Imagen: Google Images
Video: La cumbia sampuesana - Aniceto Molina - YouTube
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@ochosieteuno_