Canción para acompañar el texto: Radio Protector - 65daysofstatic
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La única certeza que tiene el ser humano desde el momento de la concepción es
la de su propia defunción, ya lo dice el dicho: la muerte está tan segura de su
victoria que te da toda una vida de ventaja; aunque no me sepa mi signo
zodiacal sé cuál es el momento en que nací –o al menos eso creo-, pero no sé
cuándo cerrar podrá mis ojos la postrera sombra que me llevare al blanco día,
que eventualmente habrá de suceder.
Existen varios mitos relacionados con el día del último aliento. Dicen los que
dicen que saben que cuando se encuentra lista el alma deja el cuerpo para
trascender; pero a la vez, si no lo está podría quedarse atrapada en tiempo y
espacio. Me explico - recordemos que estos son mitos, pero sería algo así-: aun
tienes una vida por delante y una infinidad de pendientes por hacer o
simplemente aun no estás listo para partir y repentinamente sufres un accidente
de fatal desenlace. Si no te tocaba dejar este mundo existe la posibilidad de
que tu alma permanezca penando en ese mismo lugar (espacio) y a la misma hora y
con la misma ropa que vestías en ese momento (tiempo), por eso algunas
apariciones, espíritus o fantasmas emergen en ese horario y territorio, hasta
que su alma logre descansar. Aquí vendrían más mitos y tipos de fantasmas o
espectros y así y así y así y así.
Esto viene a colación porque anoche fui al eichibí a comprar
unos Cheetos y unas Canelitas entre otras excentricidades gourmet y delicatessen
que suelo tener al atardecer, justo como el outfit que traía: short de la selección de fútbol de Portugal, playera del partido verde ecologista de México , calcetines de esos perrones con elástico
que aprieta pa’fuera y calzado sumamente cómodo y de difícil digestión visual
mejor conocido como Crocs, para darle más extravagancia son naranjas, pero se
ven cafesosos de lo sucios que están.
El reloj marcaba aproximadamente las veinte horas con veintisiete minutos y
catorce segundos al momento de salir de la tienda; la única nube que transitó
por encima del supermercado dejó constancia de su paso por el lugar mostrando
su poderío con una banqueta mojada, misma que procedí a recorrer y al llegar al
desagüe, en la zona donde está cubierto el drenaje con una lámina metálica
sentí mi alma escapar por un segundo de mi cuerpo (si no lo sabes, querido
lector, permíteme informarte que los Crocs –específicamente los naranjas y
cafesosos- se convierten en una trampa
mortal para el portador al tener contacto con los líquidos; exacto, deja
de bañarte con ellos). Resbalé y como Neo en Matrix esquivando las balas, me vi
con una pierna en el aire, la otra tratando de equilibrar al más puro estilo de
break dance del barrio de tu elección, un brazo lastimando el hombro y la otra
mano salvando la caguama en el aire –digo, los Cheetos, hay que meterle drama-.
El filo de la banqueta estuvo a menos de dos centímetros de desnucarme y ahí me
regresó el alma.
Imaginé mi cuerpo sin vida tendido en un charco de agua, la sangre fluyendo a
través del desagüe de un supermercado, quien fuera a reclamar mi cadáver reconociéndome
por los Crocs y diciendo: pues sí, a quién se le ocurre ponérselos cuando
llueve. Mi cruz en medio de la banqueta del eichibí con unas flores de plástico
y un llavero chafa de unos crocsitos. Qué bueno que no me desnuqué en el tubito
que está en salchichonería mientras huía por robarme una muestra de jamón de
pavo.
Las leyendas tienen apariciones de lujo con fantasmas que
imponen, como La llorona, El charro negro, La planchada, La monja del café
Tacuba, entre otros. Y la verdad la leyenda del fantasma de los Crocs no suena
muy imponente que digamos.
Imagínate la entrega de reconocimientos en la junta mensual del SIFAMEX
(Sindicato de Fantasmas Mexicanos) con sus comerciales como los del SITATYR y
de premio unas vacaciones en Cancún todo pagado, ah, peeeeerro: los
trabajadores de los sustos y apariciones llevaremos a cabo nuestra
quincuagésima séptima asamblea general ordinaria del consejo en Pénjamo,
Guanjuato… Pasa La Llorona y toda la raza fantasmagórica desviviéndose en
aplausos mientras le dan su trofeo y sus vacaciones todo incluido al mayor
asustador del mes, bien Monsters inc. Así van pasando uno tras otro, comentando
sus técnicas y estrategias para poner los pelos de punta y yo, solo arrumbado
allá en la mesa de la bocina, porque seamos honestos, quién se iba a asustar
con la leyenda del fantasma de los Crocs naranjas.
Además de la ropa, el lugar del accidente influye para el susto: un cementerio
como el vampiro en Guadalajara, un callejón como el del Solitario en Zacatecas,
un cuarto de hospital como La planchada, el kilómetro 11-40 como la chica del
ride en Gómez Palacio, un arroyo, río o
lago como La llorona, un teatro como el fantasma de la ópera, etc. El simple de
hecho de que imagines un lugar oscuro, lúgubre y todo lleno de muertos lo hace
más tétrico; pero la banqueta de un supermercado a las 8:27:14 de un martes de
canasta sin duda lo haría pasar desapercibido; es más, ni Carlos Trejo interrumpiría
su pelea con Alfredo Adame para investigarlo. A menos que hubiera HEB en
Cañitas, claro.
Ya me agüité, acompáñame a un baldío a tirar unos Crocs, de
paso te invito unos Cheetos y unas Canelitas.
Texto: Jesús Cáñez
Imagen: Google Images
Video: Radio Protector - 65daysofstatic - YouTube
@Ochosieteuno_