miércoles, 5 de agosto de 2020

SIFAMEX


45% of Americans believe that ghosts and demons exist | YouGov


Canción para acompañar el texto: Radio Protector - 65daysofstatic
Tiempo aproximado de lectura: 3:30 mins

La única certeza que tiene el ser humano desde el momento de la concepción es la de su propia defunción, ya lo dice el dicho: la muerte está tan segura de su victoria que te da toda una vida de ventaja; aunque no me sepa mi signo zodiacal sé cuál es el momento en que nací –o al menos eso creo-, pero no sé cuándo cerrar podrá mis ojos la postrera sombra que me llevare al blanco día, que eventualmente habrá de suceder.
Existen varios mitos relacionados con el día del último aliento. Dicen los que dicen que saben que cuando se encuentra lista el alma deja el cuerpo para trascender; pero a la vez, si no lo está podría quedarse atrapada en tiempo y espacio. Me explico - recordemos que estos son mitos, pero sería algo así-: aun tienes una vida por delante y una infinidad de pendientes por hacer o simplemente aun no estás listo para partir y repentinamente sufres un accidente de fatal desenlace. Si no te tocaba dejar este mundo existe la posibilidad de que tu alma permanezca penando en ese mismo lugar (espacio) y a la misma hora y con la misma ropa que vestías en ese momento (tiempo), por eso algunas apariciones, espíritus o fantasmas emergen en ese horario y territorio, hasta que su alma logre descansar. Aquí vendrían más mitos y tipos de fantasmas o espectros y así y así y así y así.


Esto viene a colación porque anoche fui al eichibí a comprar unos Cheetos y unas Canelitas entre otras excentricidades gourmet y delicatessen que suelo tener al atardecer, justo como el outfit que traía: short de la selección de fútbol de Portugal, playera del partido verde ecologista de México , calcetines de esos perrones con elástico que aprieta pa’fuera y calzado sumamente cómodo y de difícil digestión visual mejor conocido como Crocs, para darle más extravagancia son naranjas, pero se ven cafesosos de lo sucios que están. 
El reloj marcaba aproximadamente las veinte horas con veintisiete minutos y catorce segundos al momento de salir de la tienda; la única nube que transitó por encima del supermercado dejó constancia de su paso por el lugar mostrando su poderío con una banqueta mojada, misma que procedí a recorrer y al llegar al desagüe, en la zona donde está cubierto el drenaje con una lámina metálica sentí mi alma escapar por un segundo de mi cuerpo (si no lo sabes, querido lector, permíteme informarte que los Crocs –específicamente los naranjas y cafesosos- se convierten en una trampa  mortal para el portador al tener contacto con los líquidos; exacto, deja de bañarte con ellos). Resbalé y como Neo en Matrix esquivando las balas, me vi con una pierna en el aire, la otra tratando de equilibrar al más puro estilo de break dance del barrio de tu elección, un brazo lastimando el hombro y la otra mano salvando la caguama en el aire –digo, los Cheetos, hay que meterle drama-. El filo de la banqueta estuvo a menos de dos centímetros de desnucarme y ahí me regresó el alma.
Imaginé mi cuerpo sin vida tendido en un charco de agua, la sangre fluyendo a través del desagüe de un supermercado, quien fuera a reclamar mi cadáver reconociéndome por los Crocs y diciendo: pues sí, a quién se le ocurre ponérselos cuando llueve. Mi cruz en medio de la banqueta del eichibí con unas flores de plástico y un llavero chafa de unos crocsitos. Qué bueno que no me desnuqué en el tubito que está en salchichonería mientras huía por robarme una muestra de jamón de pavo.


Las leyendas tienen apariciones de lujo con fantasmas que imponen, como La llorona, El charro negro, La planchada, La monja del café Tacuba, entre otros. Y la verdad la leyenda del fantasma de los Crocs no suena muy imponente que digamos. 

Imagínate la entrega de reconocimientos en la junta mensual del SIFAMEX (Sindicato de Fantasmas Mexicanos) con sus comerciales como los del SITATYR y de premio unas vacaciones en Cancún todo pagado, ah, peeeeerro: los trabajadores de los sustos y apariciones llevaremos a cabo nuestra quincuagésima séptima asamblea general ordinaria del consejo en Pénjamo, Guanjuato… Pasa La Llorona y toda la raza fantasmagórica desviviéndose en aplausos mientras le dan su trofeo y sus vacaciones todo incluido al mayor asustador del mes, bien Monsters inc. Así van pasando uno tras otro, comentando sus técnicas y estrategias para poner los pelos de punta y yo, solo arrumbado allá en la mesa de la bocina, porque seamos honestos, quién se iba a asustar con la leyenda del fantasma de los Crocs naranjas.
Además de la ropa, el lugar del accidente influye para el susto: un cementerio como el vampiro en Guadalajara, un callejón como el del Solitario en Zacatecas, un cuarto de hospital como La planchada, el kilómetro 11-40 como la chica del ride en Gómez Palacio,  un arroyo, río o lago como La llorona, un teatro como el fantasma de la ópera, etc. El simple de hecho de que imagines un lugar oscuro, lúgubre y todo lleno de muertos lo hace más tétrico; pero la banqueta de un supermercado a las 8:27:14 de un martes de canasta sin duda lo haría pasar desapercibido; es más, ni Carlos Trejo interrumpiría su pelea con Alfredo Adame para investigarlo. A menos que hubiera HEB en Cañitas, claro.


Ya me agüité, acompáñame a un baldío a tirar unos Crocs, de paso te invito unos Cheetos y unas Canelitas.

Texto: Jesús Cáñez
Imagen: Google Images
Video: Radio Protector - 65daysofstatic - YouTube
@Ochosieteuno_