Hay algunos que dicen que todos los caminos conducen a Roma, y es verdad porque hace mucho tiempo se ejercía un gran poder. O algo así dice la canción. Y a mí me gustan los superhéroes porque son poderosos, como Gokú y Superman. Por eso el tío de Peter Parker le dice al propio Spiderman que "un gran poder conlleva una gran responsabilidad" y más sabe el tío de Spiderman que el diablo. O algo así dice el refrán.
Lo cierto es que el ser humano es un ser complejo (y pendejo) que daría la última Coca Cola del desierto por un granito de poder. No generalizo, pero la gran mayoría. Y es que el poder te da todo lo material para vivir bien y hasta de modo hedonista si quieres, como los romanos con cargos poderosos.
El poder te da dinero, éxito, fama y muchas cosas más que bien pueden ser efímeras, bien puede quedar tu recuerdo inmortalizado por tu gran poder. Hitler es un gran ejemplo. De igual manera el poder si cae en manos del pueblo unido que jamás será vencido puede hacer grandes cosas, catastróficas o gloriosas, pero ambas en gran magnitud, no hay medias tintas. Como dicen los poetas de Molotov, gimme, gimme, gimme todo el págüer, para que te demos en la madre.
Pero hay algo más que el poder otorga a manos llenas y cuidadito donde caiga en las equivocadas: autoridad.
Hay muchos casos que hablan de abuso de poder y autoridad: videos en Youtube por montones de gente déspota, prepotente y soberbia por desempeñar algún puesto público; servidores públicos de todo tipo, pero especialmente policías que porque llevan una placa en el pecho se creen Sócrates -el filósofo, no el futbolista-; también deportistas y artistas hacen uso de su poder para tener autoridad; y lo mismo hace el cadenero del antro para no dejar entrar a quien se le dé su gana; trabajos y plazas heredadas o movidas por palancas; adulación al de las infuencias, etc.
Es más hasta yo algún día tuve poder y me sentía autoritario. Me sentía el rey del mundo. Hice germinar una semilla. Hice vida. Hice una planta de frijolito en un envase de Gerber con algodón. Por instantes tuve poder y autoridad, se sentía bien, pero me mareé, no era lo mío. Hasta la fecha no encuentro que es lo mío, pero ya planté un hijo, tuve un libro y escribí un árbol. Mira: un árbol.O algo así dice el dicho.
Es el abuso del poder el que me lleva a escribir hoy de algo que me saca de quicio: las personas que por sus propios huevos tienen el poder de hacer mal las cosas. Especialmente los conductores, operadores, chafiretes o mejor conocidos como choferes de unidades del democrático servicio de transporte popular para las masas:camiones urbanos.
No importa la ciudad ni la ruta, ya estés en la Ciudad de México en un La Villa - Mixcalco, en Puerto Vallarta en un Centro - Ixtapa, en Nuevo Laredo en un Consulado - Puente 2, en Tepatitlán en un Matamoros - Cerrito o en La Laguna en un Torreón-Gómez-Lerdo, todos, absolutamente todos los choferes de autobús de pasajeros de transporte urbano, parecen haber ido a la misma escuela de manejo y diseño de interiores: El chófer siempre debe de traer a su "ruca" detrás del asiento del conductor para que le haga plática, en su defecto, trae a su adulador personal de espalda a la ruta y de frente a los pasajeros. Y a su "mosca" atrás, pegándole dos chingadazos al bus cada que sube o baja un individuo y uno sólo para decir arre, Lourdes.
Desenfadados, masticando chicle de forma lastimosa, no dejan de observar su bola ocho en forma de palanca de velocidades; sus luces azules y rojas al caer la noche, bien enchúlame la maquina la onda; sus letreros como "En cada parada un amor...tiguador" o "no hay amor más puro y sincero que el de un camionero"; algunos encomendados a la morenita del Tepeyac, otros a la calaca, tilica y flaca y otros que hasta a Malverde le encargan su jornada; sus nombres de mujeres por todo el frente para no olvidarlas nunca en su día: La Barby, La Yoannah, La Yecenya o de sus hijitos: Brallan, Quebin, Llostin o algo por el estilo.
Desenfadados, masticando chicle de forma lastimosa, no dejan de observar su bola ocho en forma de palanca de velocidades; sus luces azules y rojas al caer la noche, bien enchúlame la maquina la onda; sus letreros como "En cada parada un amor...tiguador" o "no hay amor más puro y sincero que el de un camionero"; algunos encomendados a la morenita del Tepeyac, otros a la calaca, tilica y flaca y otros que hasta a Malverde le encargan su jornada; sus nombres de mujeres por todo el frente para no olvidarlas nunca en su día: La Barby, La Yoannah, La Yecenya o de sus hijitos: Brallan, Quebin, Llostin o algo por el estilo.
Sabes perfectamente de lo que te estoy hablando, como diría mi amigo de 927 años (si le fallo es por días), el Juvenal: Verdá de Dios, vale. Te ha tocado subir a un bus atascado de gente donde no cabe ni la Güereja y el chófer grita: hagan espacio, órale, háganse patrás. Hijos de su chingada madre. O también, pides tu bajada con anticipación como reza el rotulado a mano y apenas pones un pie en el asfalto y el cabrón acelera no importándole que casi mueras en la caída, lo imaginas como película de acción cuando bajan de un coche o tren en movimiento.
Pero, a lo que nos concierne, el poder. Una maravilla total. Estos héroes de cerebro primitivo y jornaleros de sol a sol tienen el poder de manejar un coche automotor más poderoso que el tuyo, y no les importa que tengas prisa o tu vieja esté a punto de dar a luz. Quieras o no y sobretodo en espacios reducidos se te va a meter y sudarás frío pidiendo no chocar.Saben lo que están conduciendo; si eres fresa y traes un Cadillac o un Mercedes sabes lo que le pasará a tu coche si choca contra un monstruo, si traes un vochito también. Lo saben y abusan de ello, y qué puedes hacer tú. Nada. Si se la haces de pedo se va a bajar con un desarmador de 45 centímetros y vas a suplicar que no te guarden ese fierro, además de que el bus estropeará el tráfico de la avenida en donde te encuentres y las demás personas también te van a querer crucificar, porque si le dicen algo al chófer se repite la escena.
Tendrás suerte si en vez de bajarse sigue manejando a toda velocidad mientras los pasajeros se sangolotean de lado a lado, aquellos fuertotes que van de pie lo ven como reto y con una sola mano toman el tubo para no caerse y como en el rodeo, papá, a ver si aguantas ocho segundos.
Gracias por leer, ojalá lo leas en el camión pa' que vayas maread@. Nos vemos el siguiente miércoles, ya me voy porque tengo que ir a agarrar un camión a NUNCA JAMÁS.
Texto: Jesús Cáñez.
Imágenes: Google.
Sígueme en Twitter: @HijoDeTinTan
Texto: Jesús Cáñez.
Imágenes: Google.
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Estos jijos de la malinche se creen los dueños y amos.de las calles, se. creen corredores de autos, sin pensar en el rriesgo de la gente.
ResponderEliminarHijos de suchi. Les haces la parada y no se paran los malditos. Sus frases de: "Pa qué tanto", "Valió la pena haberme equivocado" y "Todos tus caprichos, mami, menos dinero". Y el nombre de su hija: Yenifer Natacha.
ResponderEliminarcomo pasas del poder que ejercieron personas a los camioneros???pesimo, la redaccion es horrible, no tienes idea de como encuadrar los dichos populares, en fin... echale ganas!!!
ResponderEliminarSe llaman analogías. Cómo*, pésimo*, redacción*, Échale* (con mayúsucula). Los dichos populares ahí "encuadrados" son sarcásticamente usados.
EliminarEn fin... ¡Usa bien los signos!
¡Pobre, anónimo! No tiene comprensión lectora, no sabe usar signos y encima no tiene identidad. Tenemos que saber hacer comentarios y/o críticas porque se recibe lo que se da.
ResponderEliminarEn serio, "anónimo", lee un poquito más y sólo después opinas. Ah y te aconsejo que al opinar pongas al menos abajo tus iniciales o un seudónimo, digo, en caso de que no te guste tu nombre.
Bueno, cambiando de tema (mejor lo señalo porque me queda claro que hay que explicarlo todo con manzanas), me gusta mucho lo que escribes. Tienes mucho talento y un sentido del humor inimitable.
Jajajajaja. El Anónimo. Jajajajaja.
ResponderEliminarHermano, lee bien las palabras de tu buen lector Anónimo, mira que te dice que le eches ganas y se nota que él sí sabe de eso.
Jajajajajajaja. Qué risilla con esa gente.
Yo le llamo envidia.