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La otra vez te contaba de como
México es una fusión de ideologías y creencias, sincretismo prehispánico y judeocristiano,
mismo que vemos plasmado en todos lados y en todas las cosas a lo largo del territorio
como en las leyendas o en las tradiciones y costumbres. Ahí mismo es donde
vemos un sinfín de colores que evocan la sensibilidad indígena cuando nos
regalan sus obras de arte en objetos concretos: las artesanías.
Por todo el país vemos artesanos
y sus trabajos, la mayoría de las veces relacionados a sus etnias: chaquira en
el arte Cora y Huichol; piedra caliza en la península de Yucatán con
descendientes Mayas; juguetes y vasijas Tarahumaras en Chihuahua –aunque el barro
se extiende por toda la república, como en Oaxaca el barro negro, no es albur-;
y muchísimos ejemplos que no acabaríamos de mencionar entre toda la materia
prima y recursos propios del lugar de origen de nuestros maestros artesanos.
Imagínate estar en medio de un
bosque muy raro y de repente te empiezan a aparecer criaturas extrañas gritando,
seres que tienen forma de animales reales o imaginarios, pero mezclados, como
pokemones –seas mamóóóóóón-, que de botepronto te salga un pinche perrote con
alas y patas -¿garras?- de cocodrilo y lo que tú quieras, haz de cuenta un
cilecántrope. Esos entes gritan cada vez más fuerte, más fuerte y más fuerte,
solamente repitiendo la misma palabra que no alcanzas a distinguir bien, ¿era “lebrijo”
o “alebrije”? Gritan más fuerte. Te asustas. Por fortuna era un sueño.
Despiertas y le cuentas a la raza lo que soñaste y no te entienden. Te frustras,
peeeero, recuerdas que te dedicas a hacer artesanías en cartón y lo formas como
tú sabes: alambre, periódico, engrudo, cartón y le pones las cosas raras que
tenía tu animal y lo pintas de hartos colores.
Algo así le sucedió a Pedro Linares, el creador del famoso Alebrije el siglo
pasado quien comenzaría a vender sus sueños en figuras de cartón en el mercado
de la merced en la Ciudad de México, mismos que hoy son un éxito de ventas
gracias a un documental británico y ventas con los gabachos. Para los mismos
tiempos en Oaxaca deciden replicarlos pero con madera, para ser más precisos de
árbol de copal, simón ese que huele chingón en la danza azteca y en la iglesia.
Pa’ que agarres mejor la onda el alebrije es chilango y no de la tierra de Don
Porfirio.
En ciertas comunidades oaxaqueñas se les ponen atributos humanos, mezclándolos con
su espiritualidad, encontrándole sentido en el nahual. Pregunta uno de mis dos
lectores ¿Qué chingados es un nahual? Pérate, pos ahí voy: en pocas palabras es
un brujo o bruja que se convierte en animal. ¡Ah, chingao! Simón, pero en
algunos lugares se dice que no necesariamente es un ser paranormal, sino que
desde que nacemos estamos ligados a un nahual, que en este caso sería un animal
que sería como tu pepe grillo, pero además te protege. Ándale, algo así como en
la película de Coco con el xoloitzcuintle con alas, el mentao Dante. A esto se
le llama Tonalismo. Los prehispánicos decían que nuestras almas tenían un
destino y un tonalli podría ser cualquier cosa en la naturaleza, no
necesariamente un animal, que marcaba nuestro carácter y acciones y la vida
misma, repercutiendo en ambas partes. ¿Entonces no tenemos un alebrije cuando
cruzamos el puente de cempaxúchitl como en la película de Disney? Cuestiona
ahora mi otro empedernido lector. Pues no, acaso un nahual guardián, pero no
sería uno como tal, meramente el alebrije es una artesanía que salió de las
pesadillas de don Pedro Linares y alguien que trabajaba haciendo la película
alusiva al día de muertos se fue con la finta de que era parte de nuestras
creencias; entonces sí se relaciona con el tonalismo, pero no así con el
surgimiento real de la colorida artesanía.
Hoy el alebrije está profusamente
inmerso en la cultura popular dando lugar a cuentos, obras, desfiles,
películas, personajes y hasta luchadores profesionales. Sea como sea el
contexto que se le quiera dar, lo verdaderamente cierto es que desde su
creación fue una artesanía que llegó para quedarse en la cultura mexicana. Un
trabajo surreal y onírico que impacta a propios y extraños, que en un profundo halo de misticismo te arrebata la
mirada y te deleita con figuras que te envuelven la mente y de lo único que puedes
tener certeza es de su total hermosura.
Texto: Jesús Cáñez
Imagen: Google Images
Video: Alebrijes - Luzia - Cirque du Soleil/ YouTube
@ochosieteuno_